Con un desconocido en un vestidor (Privado)

Había ido al almacén a comprar unos vaqueros nuevos porque los míos estaban sumamente desgastados ya. Había poca gente en el almacén a esa hora y aproveche para llevar un par de prendas más al probador.

No escuchaba ningún ruido así que abrí la primera puerta que me encontré y ví que estaba ocupado

- Lo siento - me disculpé pero no cerré la puerta

Frente a mí tenía a un chico suamemente atractivo vistiendo solamente un boxer ajustado. Al parecer estaba también probandose varias prendas.

Me quedé observándolo. Estaba seguro que lo había visto en algunas revistas modelando ropa interior.

Como cada año me ha llegado el día en que debo renovar mi guardaropa ya que por el tema de las andadas muchas prendas se han ido desgastando y rompiendo además claro del hecho de que muchas de ellas por una u otra razón ya no me quedan, entonces aprovecho que es mi día libre de todo deber para pasarme por el almacén y ver si consigo prendas que me gusten y queden.

Ingreso al probador con una pila de camisas, tanto de botones coo sin ellos, y vaqueros, luego me encargaré de la vestimenta formal. Me quito mis prndas quedando solo vestido por un ajustado boxer y me dispongo a ponerme uno de los pantalones cuando de repente la puerta se abre siendo el culpable de esto un hermoso chico que nunca antes había visto.

-Esta bien, de última no es nada nuevo que me vean en este estado- digo en tono algo irónico, ciertamente ya más de medio mundo me ha visto así, y estoy casi seguro de que este chico está entre ellos- ¿Se te ofrece algo lindo?

Completamente rojo y sin dejar de mirarlo niego con la cabeza

- No, lo siento yo... me equivoque de vestidor

Con los nervios se me cae la ropa que tengo en las manos. Me inclino para recogerla y la puerta se cierra a mi espalda. Estoy hecho un lío con la ropa y siento que me pongo más y más rojo a cada momento

- Quizás piense que es un pretexto, pero de verdad que no, ha sido un accidente.

Al levantarme, me doy cuenta de lo cerca que estamos uno del otro. Mi olfato se inunda con su colonia, que debo decir huele delicioso.

El es bastante más alto y fornido que yo. No puedo resistir la tentación y sin darme apenas cuenta estiro la mano para tocar sus pectorales. Nunca antes ví un cuerpo tan marcado y bien formado.

Retiro la mano como si me hubiera quemado

- Lo siento... no sé porque lo hice

Miro bastante divertido, tentándome a reir como nunca antes por la forma en que actúa el joven; está notablemente nervioso, de eso no hay duda alguna, y también verdaderamente avergonzado por su forma de actuar, algo deducible por el precioso sonrojo que cubre sus mejillas y que aumenta al ver que nos encontramos a excasos sentímetros de distancia.

-No te alteres, tranquilo, todo etá bien- intento tranquilizarlo pero me sorprendo al sentir sus dedos acariciando mi piel, se siente cálido, agradable- No muerdo si es eso lo que te preocupa- advierto al ver como aleja su mano, como si hubiese tocado una aguja o algo por el estilo.

-Soy Anthony Damart- le tiendo la mano para alivianar un poco el ambiente pues por lo visto todo él es un manojo de nervios- ¿Con quién tengo el gusto de platicar?

No se enfada, por el contraro ríe divertido e incluso bromea haciendo que me relaje.

-Mucho gusto, son Albert Labadie. Siento haber irrumpido así, es que traía toda esta ropa y pensé que no había nadie

Le respondo sonriendo mientras estrecho su mano.

Tiene un apretón firme. Me gusta. Cuando habla me mira directamente a los ojos. Se vé que es una persona muy segura de sí mismo

- Espero que no piense que soy un acosador o algo así. Seguramente está acostumbrado a que sus admiradores lo acosen por todos lados ¿no?

Ahora que estoy más relajado, lo miro con detenimiento y discimulo. Es muy guapo. sus ojos son grandes y estan bordeados de tupidas pesatañas. Su cabellera dorada le enmarca el bello rostro, y su cuerpo parece esculpido en mármol.

Paso mi lengua por sobre mis labios pensando qué se sentirá ser besado por alguien como él.

-Ya le dije señor Labadie que no tiene por qué disculparse, todos cometemos errores, todos los humanos al menos- digo viendo sus ojos, tan hermosos, tan expresivos, no como los míos que por los general se muestran fríos o inexpresivos, estos son cálidos y reflejan sentimiento.

-Pues, no lo niego- digo divertido, es verdad, siempre hay algunos que no saben cuando desistir, es difícil tener paz, pero sabía eso antes de entrar en el negocio así que no me puedo considerar una víctima- Nunca pensaría que es uno de esos joven, soy capaz de distinguir las intenciones de los demás, el tiempo en este trabajo me lo ha otorgado, y puedo darme cuenta de que tus intenciones no son malas.

Noto su mirada recorriéndome de pies a cabeza sin contemplaciones, enmarcando cada rincón de mi cuerpo para luego verlo relamerse los labios, algo demasiado tentador a mi gusto y sin poder evitarlo acerco mi rostro al suyo, besándolo lentamente, solo un suave roce y no muy largo para luego separarme.

-Lo siento

Casi me río cuando me dice señor Labadie

- El señor Labadie es mi padre... yo soy simplemente Albert - le respondo

-Debe ser sumamente difícil estar siendo acosado todo el tiempo...yo creo que no podría - en realidad, admiro a la gente como él que tiene que luchar día a día para tener un poco de privacidad.

Ahora que lo pienso, es raro encontrarlo en una tienda como está. Pensé que los modelos solo usaban ropa de diseñador, pero, quizás Anthony no es como los otros. A decir verdad, se ve mucho más humano y mucho más real que muchos chicos que conozco.

Estoy con esos pensamientos, con la mirada fija en sus hermosos ojos cuando lentamente se acerca y me besa.

Es un beso corto, pero que me sabe a gloria. Se disculpa y yo sonrío

- No, no te disculpes, desde que entré y te ví, lo estaba deseando - respondo con toda sinceridad - perdoname si soy atrevido, pero eres muy atractvo

Dejo caer al piso la ropa que tengo en las manos para poder llevarlas hasta su rostro, pero me detengo unos centímetros antes de acariciarlo. Quizás no le guste que lo toquen. Bajo las manos un tanto apenado

- No quiero seguir importunandote, quizás tienes prisa, pero... ¿podrías besarme de nuevo?

Tan solo un beso le pido, aunque no sé si al final me será suficiente.

Me sorprendo un poco al escuchar sus palabras, lejos de enfadarse por mi atrevimiento me dice que hace rato que lo desea. Acerca sus manos a mi rostro pero antes de siquiera rozarlo las baja; por su semblante parece que pensara que hacía algo malo.

-Está bien, tu también lo eres pequeño- guío una de mis manos a su rostro como él o ha hecho antes y lo acaricio sintiendo la calidez de su cuerpo. Sonrío al escuchar su pregunta- No tengo ninguna prisa y claro que puedo.

Lo acorralo contra la pared del vestidor viendo sus ojos un instante, como si buscase aprobación pese a que ha sido él quien me lo ha pedido. Vuelvo a acercarme a sus labios para besarlo, esta vez un poco más profundo y largo.

A diferencia de mí, él si acaricia mi rostro. Me sonríe seductoramente y me empuja contra la pared del vestidor antes de besarme nuevamente.

Es un beso largo y profundo, muy cálido.

Cierro los ojos y me olvido que estamos en un lugar público. Le echo los brazos al cuello respondiendo a su beso con intensidad.

Al separarnos le miro con ojos brillantes, sonrojado por mi atrevimiento.

- Gracias, ha sido delicioso

Me siento algo tonto diciendo todo eso. Para él debo ser uno más de los que a diario le dicen lo mismo.

Esta vez no me contengo y dejo que mis manos acaricien la bronceada y suave piel del modelo. Deseo probármelo en la memoria del tacto para poder evocarlo alguna de estas noches en mis fantasías.

Me gusta la forma en que me ve cuando nos separamos, es sumamente tierna y excitante, parece un niño pero no lo es. Sus palabras me provocan bastante gracia, es la primera vez que escucho a alguien desirme eso, también es la primera vez que beso a alguien desde que llegué aquí sin contar los que piden en una que otra sesión de fotos.

Siento sus manos recorrer mi piel, son tan suaves y pequeñas; no me quedo atrás y cuelo mi mano entre su camiseta, acariciando su pecho, sintiendo su suavidad y calidez, ambas comienzan a nublar mi razón, a pedir a gritos que continúe. Dirijo mis dedos hacia sus tetillas, encerrandolas entre dos de ellos.

Pensé que después del beso todo terminaría, pero no es así.

Anthony mete sus manos por debajo de mi playera y yo le dejo hacer. Acaricia mi pecho y juguetea con mis pezones excitandome más.

En el boxer se marca su erección, como seguro se marca la mía bajo mi ropa. Lo acaricio, palpando la dureza de su miembro por encima de la ropa. Juego con sus testículos. La punta de su pene se asoma por debajo del resorte de la prenda. Con mi pulgar extiendo la gotita de líquido preseminal que hay en la punta.

- Necesita que lo atiendan - le digo tímidamente - si quieres... yo podría... hacerte un oral - me ofrezco saboreando de antemano lo delicioso que debe ser tenerlo en la boca.

Una exquisita sensación me invade por completo al sentir la mano de Albert acariciando mi erección suavemente, casi como si fuese un niño inocente que no sabe lo que hace, aunque estoy casi completamente seguro de que este no es el caso. Su mano se vueve cada vez más traviesa, bajando hacia mis testículos para acariciarlos del mismo modo, y finalmente subiendo hasta mi glande, jugando con su pulgar sobre él.

Lo escucho hablar de forma tímida, ofreciéndoce para hacerme un oral; no se que responderle, por un lado no me parece apropiado o sea recién nos conocemos, estamos en un lugar público y varios factores más que influyen; pero por otro realmente lo necesito y más que nunca antes.

-Haz...hazlo por... favor...- pido casi jadeante presa del placer que me provoca el solo hecho de tener su dedo jugando con la punta de mi miembro sin siquiera querer imaginar lo exquisito que será sentir su húmeda y cálida cavidad envolviendo mi virilidad.

Me muerdo el labio y sonrío.

La situación me excita sobre manera. Estoy con un hombre sumamente atractivo, lo tengo semidesnudo frente a mis ojos, en un lugar público en el que pueden sorprendernos en cualquier momento.

Afuera se escuchan las voces de los empleados y algunos clientes... la adrenalina me sube excitandome muchísimo.

Lo empujo hasta la banca del vestidor y le quito el boxer antes de hacer que se siente.

Me hinco entre sus piernas y acaricio la dura extremidad antes de comenzar a lamerlo. Cierro los ojos y deslizo mi lengua por todo lo largo, desde la base hasta la punta en la cual deposito un pequeño beso.

¿Qué pensará de mí?... no sé, la verdad, justo ahora tampoco me importa demasiado.

Meto su pene en mi boca y comienzo a succionar suavemente mientras acaricio sus testituculos. En mitad de la felación sonrío... ¿se atreverá a gemir sabiendo que hay gente afuera?

Por los murmullos puedo deducir que el lugar comienza a llenarse cada vez más de personas, claro justo deben de llegar en el momento que menos se las necesita, son tan inoportunas. Me dejo hacer, quedando sentado sobre la banca totalmente desnudo ante sus ojos.

Siento su mano acariciar mi miembro, caricias que saben a gloria pero no tanto como su lengua; ¡Por Dios! Con una sola lamida ya me tiene completamente desesperado, más que necesitado por mayor contacto con su cavidad pero cuando ese momento llega me maldigo internamente; siento la necesidad de gritar, gritar como nunca antes del más puro placer pero no puedo, hay demasiadas personas afuera como para hacerlo, ¡pero que demonios! Me es imposible seguir resistiendo.

-Mhhhh... Ahhhh... Deli...cioso...- exclamo entre gemidos y jadeos no tan fuertes, intentando ser escuchado lo menos posible desde fuera.

Le escucho gemir con voz cada vez más fuerte. Sin dejar de masturbarlo subo hasta su oído

- Shhh nos van a oír... - le susurro

No es que me importe, pero el es una persona conocida y no sería buena publicidad, y sin embargo, mi propia erección comienza a ser dolorosa aprisionado en mi ropa.

Jadeo suavemente

- Fóllame... y déjame callar tus gemidos con mis besos - le suplico

Me erizo levemente al escuchar su susurro, ya se que pueden oirnos pero eso en este momento es lo último que me preocupa, por mí que nos oiga toda la isla. Mis ojos se abren bastante al escuchar su pedido entre jadeos, y por más sorprendido que esté o por más inapropiado que me parezca, me es imposible resistirme a tan excitante petición.

Me pongo de pie y le quito la camisa, dejando su níveo pecho al descubierto; busco sus labios para besarlo mientras mis manos recorren su espalda y costado, acariciando la piel tan tersa y suave del joven hasta llegar al pantalón. Acaricio su erecto miembro por sobre la tela del pantalón, notando que se encuentra en igual o incluso en peor estado que yo.

Desprendo el botón y bajo lentamente la cremallera, liberando de a poco su miembro hasta dejarlo completamente libre al caer tanto pantalón como boxer al suelo.

-Eres precioso honey- digo al verlo completamente desnudo, es realmente bello, y eso es decir poco.

Anthony se pone de pie y comienza a desnudarme. Primero la camisa, después lo demás. Siento que me come con los ojos y me sonrojo levemente. Es una tontería porque a fin de cuentas he sido yo quien ha comenzado todo esto.

Anthony acaricia mi erección por encima de la ropa y cuando me tiene desnudo frente a él me dice que soy hermoso llamandome cariñosamente.

- Me gusta que me llames Honey - le digo bajito, ansioso por ser tocado y besado por el ángel que tengo frente a mí.

Me levanto en puntas para besarlo suavemente, pegando mi cuerpo al suyo, haciendo que nuestras erecciones se rocen.

-Me alegra que te guste- digo sonriendo, de forma sincera, algo bastante poco común en mi; temía que se enoje u alguna otra reacción negativa por su parte al decir esa palabra, que en realidad ni siquiera fue premeditada sino que surgió de mi interior cuando estaba terminando la frase y no pude evitar decirla.

Al sentir sus labios nuevamente sobre los míos me enfoco en responder al beso, beso que expresa diferentes sentimientos; tanto deseo, pasión y otros más que se funden uniformemente llevándome al paraíso quizás sin proponérselo. Con mi lengua acaricio sus labios, consiguiendo ingresar en su cavidad, saboreando cada rincón de la misma para finalizar con la búsqueda de su propia lengua.

Nuestros cuerpos se juntan como polos opuestos, mi erección se roza con la suya, en un inocente y a su vez delicioso tacto. Muevo mis caderas hacia arriba y abajo levemente con el solo fin de aumentar las sensaciones producidas en la zona, disfrutando de ellas al igual que espero él lo haga.

Anthony me gusta. A pesar de ser una persona "famosa" y aun así me trata con delicadeza, no como si fuera un simple extraño que se coló en su vestidor.

Su lengua acaricia mis labios delicadamente antes de responder a mi beso imprimiendo una pasión que me hace estremecer entre sus brazos. Cierro los ojos dejando que sea mi cuerpo y no mi mente quien se entregue al juego de roces y caricias.

Cuando mueve sus caderas se me escapa un suave gemido de anticipado placer. Muerdo suavemente su labio y bajo mi mano hasta sus nalgas que acaricio masajeando suavemente.

- Tómame - le pido susurrando a su oído - quiero sentirte dentro de mí.

Me parecía que estaba al límite, que era imposible excitarme más de lo que lo estaba en ese momento, pero esos pensamientos desaparecen en el preciso instante en que lo escucho hablar; jamás pensé que una simple palabra podría enloquecerme de la forma en que lo ha hecho.

Sin poder resistir un segundo más lo recuesto en el suelo, sobre las prendas que han quedado desperdigadas en él, ya si debo comprarlas luego no importa. Lo observo tendido, su cuerpo completamente desnudo se ve tan deseable, tan condenadamente irresistible.

-Como tú desees honey- susurro suavemente, separando sus piernas, observando su estrecho pasaje con los deseos de probarlo a flor de piel; y después de todo, ¿qué me espero si ya hasta me ha pedido que lo haga? Me posiciono entre ambas piernas, acariciando y separando sus glúteos mientras empiezo a adentrarme lentamente, disfrutando al extremo de la exquisita sensación que me embarga; su esfínter anal aprieta tanto mi miembro que creo sentirme en el paraíso mientras más ingreso en él.

Después de pedirle que me tome Anthony sonríe y me complace. Me tumba en el piso sobre la ropa colocándose sobre mí. Separa mis nalgas y posiciona su miembro en mi entrada y comienza a empujar.

Es dolorosamente delicioso sentir como se va abriendo paso en mi interior.

Muerdo mis labios hasta casi hacerlos sangrar para no gemir de dolor. Le clavo mis dedos en sus hombros sosteniendo la respiración hasta sentir que ha entrado por completo. Entonces respiro y le sonrío.

- Que grande la tienes Honey - digo hablando entrecortadamente - eres delicioso

Acaricio su espalda desnuda con las puntas de mis dedos y enredo mis piernas en su cadera invitándolo a moverse.

Pese a que siento ganas de cerrar los ojos debido al placer que recorre cada fibra de mi cuerpo no puedo hacerlo, no puedo evitar el observar el rostro de Albert a medida que ingreso en su cuerpo, la forma en que muerde sus labios, todo su semblante en general es algo digno de admirar, más aún cuando cambia, expresando la sonrisa más bella que he visto en toda mi vida.

-Y tu eres tan estrecho- susurro con voz algo ronca, intentando contener el deseo de comenzar a moverme- Eres más delicioso de lo que yo jamás podría llegar a serlo.

Me siento en las nubes cuando sus suaves dedos recorren mi espalda, ofreciendo una por de más agradable caricia, y más aún cuando sus piernas se enredan en mi cadera, empujandome más hacia él, pidiendo con esa acción que comience a moverme. Ya al límite de mi resistencia cumplo su deseo, comenzando con suaves y pausados movimientos de cadera, saliendo con delicadeza para volver a introducirme del mismo modo, siempre con cuidado de no dañarle, dispuesto a seguir así todo el tiempo que sea necesario hasta que se acostumbre.

Le sonrío cuando dice que soy muy estrecho. La verdad es delicioso sentir como va hundiéndose en mí. Lo hace con cuidado, mirándome todo el tiempo.

Cuando ha entrado por completo, comienza a moverse. Lo hace suavemente, sacando su miembro casi por completo para después hundirse nuevamente en mis entrañas. Mis dedos se clavan en su espalda cuando intento aguantar el doloroso placer que sus embestidas me provocan.

-ahhh cariño... que bien se siente...


Aflojo el agarre de mis dedos, dándole a entender que puedo soportarlo y poco a poco va incrementando la intensidad de las embestidas. Siento mi esfinter contraerse, atrapando su pene dentro de mí cada vez que está dentro como para no dejarlo escapar.

Sus ojos brillan con más intensidad y al ver su rostro enmarcado por el dorado cabello y la hermosa sonrisa adornando su rostro, pienso que estoy en brazos de un ángel que me está llevando al cielo.

Lo hago lo más cuidadosamente que me es posible, más aún al sentir sus dedos clavarse en mi espalda en señal del dolor que le provocan mis movimientos, solo espero que pueda acostumbrarse pronto a ellos. Sonrío al escuchar sus bellas palabras, depositando un fugaz beso en sus labios.

-Me alegra que te guste Honey... Mi único fin en este momento... es complacerte...- susurro algo entrecortado mientras noto como comienza a relajarse de a poco y voy aumentando progresivamente el ritmo, disfrutando en extremo del agradable placer que me otorga.

Sin dejar de moverme llevo mis manos a sus brazos, acariciando toda la extensión, pasando a su espalda, costado, abdómen, pecho, en fin, toda porción de piel que se encuentra a mi paso, su tacto es tan suave que no puedo dejar de tocarlo, se siente muy bien el hacerlo.

Me besa suavemente y dice que desea complacerme. A mí! un simple mortal al lado de un dios!

Le sonrío de vuelta devolviendo el beso. Cierro los ojos y comienzo a gemir suavemente cuando sus movimientos tornan el dolor en placer.

Con los ojos cerrados mis otros sentidos se agudizan. Sus suaves caricias por todo mi cuerpo hacen que mi piel se enchine.

Comienzo a moverme también, haciendo que mi cadera se encuentre con la suya en cada embestida, disfrutándo de sentirlo dentro de mí de esa manera tan deliciosa.

- Ahhhh Honey... que rico.... no pares...

Deslizo mis manos por sus costados hasta su cintura y de ahí a sus nalgas. Las acaricio suavemente, llevando el rítmo de su propio cuerpo.

Al final tengo que morder mis labios para no ponerme a gemir como un poseído al sentir que estoy próximo al orgasmo.