Un agradable paseo

Hoy tenía mi primer día libre en la enfermería. Como aún no conocía bien la ciudad, decidí salir a dar un pequeño paseo y conocer un poco de mi nueva "patria"

Esto no se parecía a nada que conociera. Sin duda se trataba de un paraíso.

Llegué hasta un no muy concurrido jardín. Me senté en una de las bancas cerca de una hermosa fuente y saqué un libro.

Aunque intentaba concentrarme en la lectura, el paso de la gente, sus pláticas y el ruido de las aves me distraían.

Como cada mañana que puedo salgo a hacer algo de ejercicio; el día se presta perfecto para ello, hay sol más no con ese resplandor cegador y está bastante fresco sin llegar a ser frío, ciertamente uno de los mejores días que he encontrado para ejercitar.

Luego de correr un par de horas me detengo en el parque, recostándome al tronco de un árbol para descansar un instante, secando con la toalla que llevo sobre los hombros las gotas de sudor que escurren de mi frente.

Ya estaba cansado de estar sentado y me levanté a estirar las piernas.

Habia caminado muy poco cuando vi a un chico muy guapo descansando a la sombra de un árbol. Estaba seguro de haberlo visto en alguna parte, así que me acerqué a saludar.

- Hola... disculpa, por casualidad eres Antonhy Damart?

Lo había reconocido. Era un famoso modelo

Me encuentro con la toalla sobre mis cabellos, aun recostado al árbol, observando el suelo mientras recupero el aliento, o eso intento al menos. De repente elevo mi mirada al escuchar a alguien saludar diciendo mi nombre, quedo levemente anonadado al ver el bello joven que se encuentra frente a mi, uno de los más hermosos que he visto en este lugar.

-Hola; el mismo para servirte- respondo sin quitar mi vista de su rostro, no puedo dejar de observarlo sin siquiera saber el motivo de ello- ¿Con quién tengo el placer de estar platicando?

¡Lo sabía! es él...

- Eh? ah!! lo siento, soy un mal educado además de un entrometido - respondo algo avergonzado - Fernando Guillén a tus órdenes

Me inclino hasta el piso para darle la mano (y para mirarlo más de cerca)

- Perdona no quise interrumpir tu descanso, solo que no pude resistir la tentación de hablarte al reconocerte. Soy uno de tus muchos admiradores

No sé ni como he podido decir eso. El rostro me arde por la vergüenza y siento que estoy rojo hasta las orejas

-No tienes por qué disculparte y no eres un entrometido, la curiosidad es algo normal; creo que si no fuésemos curiosos no seríamos humanos- una leve risita escapa de mis labios al decir esas palabras, no se si todos los humanos sean curiosos pero se debe admitir que la gran mayoría de nosotros lo somos- Fernando... Es un muy bello nombre- susurro levemente aunque creo que aún así ha llegado a escucharme.

Estrecho su mano cuando la veo frente a mi, es tan suave y tersa, muy agradable al tacto. Casi sin darme cuenta continúo con su mano sujeta, no queriendo soltarla por nada de este mundo, observando mientras tanto su rostro que ahora se encuentra más cerca del mío.

-No interrumpes en lo más mínimo Fernando, no te molesta que te llame por tu nombre ¿verdad?- lo observo ago sorprendido al escuchar lo que agrega luego; no puedo creer el tener un admirador tan bello como él- Creo que exageras un poco, no soy la gran cosa, solo un hombre común y corriente como cualquier otro, la única diferencia que podríamos considerar es el hecho de que mi trabajo me vuelva un poco más conocido, pero saliendo de ello soy igual que todos.

-¿Tú de qué trabajas? Digo, si no es ser demasiado curioso- aclaro inmediatamente formular la pregunta, no quiero que se sienta presionado tal vez al contestarme.

- Tienes razón, todos somos curiosos en mayor o menor medida, pero supongo que te debe fastidiar un poco no tener privacidad.

Me doy cuenta de que no suelta mi mano y yo tampoco hago mucho por zafarme. Su apretón es bastante cálido y agradable. Supongo que después de eso no querré lavarme la mano por nada del mundo.

- Claro que no, puedes llamarme como tu quieras

¡Dios! ¿cómo hago para decir tantas tonterías sin darme cuenta?

- Quiero decir, si quieres puedes llamarme Fernando

Nunca hubiera imaginado que alguien como él fuera una persona tan sencilla, pero Anthony, a pesar de saber que es bien conocido, no se lo toma muy en serio. Eso me agrada, me trata como alguien igual a él y no un simple admirador.

- No, para nada eres curioso, soy enfermero, trabajo en el hotel. Un trabajo bastante común y corriente como puedes ver, hoy tengo el día libre, así que vine a dar una vuelta, y mira, he sido muy afortunado

-Pues si, de cierta forma puede que si, aunque con el tiempo creo que he aprendido a acostumbrarme- recuerdo los primeros días en este trabajo y el como fue pasando el tiempo, ciertamente he aprendido a convivir con lo que conlleva el trabajar de modelo, sintiéndome bastante bien hoy en día.

Me causa gracia la forma en que aclara sus palabras, parece bastante nervioso o quizás solo sea imaginación mía, de todos modos no me gusta que esté así, no es muy cómodo y una de las cosas que no me gusta es que no se sientan cómodos a mi lado.

-Es mejor un trabajo común y corriente que uno deshonrrado; me parece una muy buena ocupación, mucho más util que la mía, mientras que tú ayudas a personas heridas o enfermas yo hago de maniquí- una leve sonrisita escapa nuevamente de mis labios, es verdad, soy conocido por ser un simple maniquí- También me considero afortunado, no todos los días me cruzo con personas agradables como tú, casi nunca he de decir.

- Pues creo que yo no me acostumbraría nunca. Valoro mucho mi intimidad.

Le sonrío agradecido. Mi trabajo me gusta y lo considero importante, aunque no por las razones que él dice, sino por lo que me hace sentir.

- No digas eso. Tu trabajo también es importante de cierta manera. Das alegría a la vista - aunque me pongo colorado me sonrío divertido - Un simple maniquí es algo frío, en cambio tu... bueno, frío es el último adjetivo que utilizaría para describirte.

No puedo creerlo!!! ¿desde cuando soy tan descarado? Creo que venir a la isla me ha hecho deshinibirme por completo. Incluso empiezo a sentirme menos nervioso. Anthony, es una persona con quien se puede hablar fácilmente.

- Muchas gracias - respondo a su cumplido, pensando que quizás le diga lo mismo a todo el mundo. Pero ahora, todo el mundo soy yo y eso es lo único que me importa.

- Yo.... e.. vivo aqui cerca, me preguntaba. ¿Si no has desayunado aún ¿te gustaría acompañarme?

Una suave risita se deja escuchar luego de sus palabras, estoy seguro de que es la primera vez que me dicen que doy alegría a la vista, y el sonrojo que se presenta en sus mejillas luego de esas palabras me provocan una sensación extraña, se ve... lindo, mucho. Sin poder evitarlo mi mano acaricia su mejilla, quitándose de inmediato como si me hubiese quemado.

-Lo siento, no debí hacerlo- me disculpo ante mis acciones- Gracias, por animarme- expreso una sonrisa ante sus palabras.

-No tienes por qué agradecer, después de todo es la verdad, no digo que los demás sean desagradables pero, no lo se, tu eres mucho más agradable que ellos, me siento cómodo a tu lado- me sincero como muy pocas veces antes, supongo que es gracias a la forma en que me trata que me nace ser así.

-No he desayunado aún y agradezco la invitación, ciertamente el ejercicio me ha dado un poco de hambre, claro si no es mucha molestia- aclaro antes de otra cosa, lo que menos deseo es andar por ahí molestando a los demás.

Cuando su mano roza mi rostro le miro asombrado y a la vez agradecido. Esa pequeña caricia me ha hecho sentir muy especial

- No te disculpes, la verdad es que me ha gustado que tengas esa confianza conmigo y también que te sientas a gusto. Aunque no lo creas no soy una persona muy sociable y no tengo muchos amigos, así que me halaga que tu me consideres agradable.

Acepta mi invitación y casi no puedo creerlo. Mi sonrisa se dibuja muy amplia en mi rostro y si no me pongo a dar brinquitos es porque Dios es grande.

- Claro que no es molestia - respondo con una tranquilidad que estoy lejos de sentir - si así fuera ni siquiera te lo hubiera ofrecido.

Echamos a caminar por la vereda y mientras voy pensando qué puedo preparale

- Disculpa... ¿tienes alguna dieta especial con la cual cumplir?

Me sorprendo un poco ante sus palabras, me parece imposible que alguien como él, que aunque no conozco demasiado he notado que es muy cálido y dulce en su trato hacia los demás, no sea sociable ni tenga casi amigos; bueno, supongo que ya somos dos, solo que mi número de amistades se reduce a solo uno hasta el momento, y va camino a ser de dos.

-Quizás nos parezcamos un poco, aunque en ese caso sería un egocéntrico al decir que me agrada estar con alguien como yo- río divertido ante eso pero sin exagerar, aunque puede que parezca tonto el motivo, el día de hoy me estoy comportando de forma bastante extraña así que no es algo por lo que haya que preocuparse demasiado.

-Eso es verdad- otra demostración de lo tonto que estoy siendo, espero que eso se pase pronto para no dar una mala impresión- No tengo ninguna dieta en especial ya que compenso haciendo ejercicio, asi que si no me excedo con nada puedo comer lo que sea.

Fernando sonrió feliz. Tendría el placer de invitarlo a desayunar

- Entonces te prepararé cosas deliciosas. Solo que tardaré un poco. Espero que no tengas nada más importante que hacer.

Se acercaban al departamento de Fernando. En un edificio sencillo pero agradable, rodeado de árboles.

- Ya llegamos, permítete.

Abrió la puerta y lo dejó pasar. subieron las escaleras pues era en el primer piso.

***

Amor voy a abrir en mi apartamento