Segunda Guarida

[Viene de: https://loveintheisland.foroes.org/departamentos-f29/symposiaca-anacreontea-snakeskin-t216.htm#9272 ]

Entonces estacionó fuera de su segundo apartamento en la semana - Si sigo así... - sonrió y luego descendió del automóvil, bostezó pues no había dormido muy bien la noche anterior. Miró a los costados. Era un edificio grande, de 14 pisos, no obstante, cada piso era un departamento. Él habitaba en el noveno piso.

Roedó el carro y fue hasta la parte trasera, donde se escuchaban sonidos extraño, para él no lo eran tanto, pues el cargamento lo conocía muy bien, podría decirse que hasta el fondo. Visualizó al chico, que ya tenía las rodillas dañadas, alzó una ceja - Eres mierda... - inclinó el rostro hacia un costado sonriendo gustoso, no era una nenaza que lloraba porque se le caía una pestaña, el mocoso era brioso y tan bruto como él mismo, característica que le llamaba la atención. Por ello había decidido hacerlo su mascota personal. Estaba decidido a domarlo, para llevarlo consigo como llavero, como... un mero accesorio del cual jactarse.

Lo tomó en brazos a pesar de los movimientos del chico. Le dio un par de nalgadas y se metió al edificio.

Metió con algo de dificultad la llave en la cerradura y luego ingresaron al gran apartamento. Tenía las piezas suficientes para él y algo de la carga que recibía y debía distribuir - Tranquilo... ya llegamos... -

Caminó hasta la habitación que estaba igual que el resto de las piezas, Vacía, con excepción de la gran cama de color negro en el centro. Allí lo lanzó, siendo acogido por el mullido edredón.

Quitó la sábana dejándolo desnudo sobre la cama negra, su piel clara contrastando con la tela de oscuro colorido, parecía un gusano de seda que a pesar de las raspaduras y heridas, aún parecía ser suave al tacto, justo como la noche anterior.

Lo observó tranquilo y luego se fue hasta otra habitación, de donde trajo aquel grueso collar de perro, la cadena que le hacía juego y sonrió mirándolo - ¿Ya ves? pensaba encontrarte! -

Fue hasta él y lo tomó sin cuidado, para ponerle el collar en el cuello más ajustado que en la vez anterior, un gran candado que no permitiría la huída y esta vez fijó la cadena a una de las murallas firmes, sin permitirle escapar por segunda vez.

- Ya estás mejor... se te nota en el rostro - de hecho, tenía los ojos en tinta, claramente enojado con él, deseando matarlo - No quitaré las amarras hoy día así que te aguantas así hasta mañana, de acuerdo a como te comportes veré qué hacer con tu cuerpo.

Estaba sentado al lado del gran ventanal, mirando la gente pasear, observando a lo lejos lo que sería su nuevo punto de encuentro para su próximo trabajo. Lo miró y sonrió - ¿Qué hablarás tanto? - sonrió y llevó el tazón de café negro que se había servido, tenía frío.

Miró al chico, tal vez también tenía frío, después de todo estaba desnudo y maneatado sobre la cama, débil ante cualquier capricho que a él se le cruzara por la mente.

Dejó el tazón en el suelo y se le acercó. Deslizándo sus dedos por la cabellera pegajosa del otro - va... va... no comas ansias lagartija mal hablada - quitó la mordaza y luego el calcetín, con cuidado de que no le arrancara un dedo con los dientes - Listo! - Se fue hasta la ventana, tendría que aguantar los alaridos del mocoso hasta que se durmiera. Sería una larga jornada.

Bostezó, se encaminó hacia la sala, no sin antes lanzarle un futón encima al mocoso para que no se congelara.

Se sentó y encendió la televisión, pasarían un partido y no quería perdérselo, al diablo con el crío que estaba en la cama. No podía drogarlo debido a que recién había estado a punto de morir por sobredosis, tal vez lo haría en unos días y así ya podría soltar sus muñecas y tobillos, por ahora, lo mantendría atado, para que no se escapara, para violarlo, domarlo.

Hacía tanto ruído el crío, que no lo dejaba ver en paz aquel programa - maldito idiota... no se puede quedar tranquilo - apagó el cigarrillo que tenía entre los labios y se levantó para ir a ver qué tanto hacía.

Se detuvo en el umbral, observándolo detenidamente, parecía epiléptico mostrando aquellas dotes casi de contorcionista sobre la cama - ¿Qué te pasa ahora?, ¿acaso quieres que te duerma a palos? - Se acercó y jaló de las colchas pasando a tocarlo.

Estaba helado como piedra, se sorprendió pues no había pensado que el mocoso estaba así. Sonrió entonces y lo obligó a estirarse, parecía un gusano entre las sábanas - tranquilo mierda! - le dio una bofetada para que se calmara de una vez y por todas.

Fue hasta la sala y apagó la TV, luego se quitó los calcetines y la ropa cayó al suelo. Se acostaría con el mocoso, también estaba algo cansado y de paso se abrigarían entre ambos.