Un Reencuentro Inesperado (Adis)

Poso su mano sobre la de él, en gesto de querer apartar su mano pero al contrario, se aferro mas.

- Doy lastima, lo se... -se limpio la humedad del rostro con la manga de su camisa, sonrió triste- Perdona... se supone que me iba a olvidar de ti.

Miro al suelo furioso, otra vez las lagrimas amenazaban con salir, se mordió los labios conteniéndose.

- No llores, no llores, no llores... Estas quedando patético, le importas un cuerno -pensaba Adis.

- ¡Ah! creo tener despejada la cabeza ya... -rió con falsedad- Lamento todo -empezó a caminar con tal voluntad que sus piernas le hacían caso y no se tambaleo.

Erik pensó en dejarlo marchar pero cuando quiso darse cuenta ya se había plantado ante él una vez más. Se llevó una mano a la cara agobiado, sin saber por qué estaba haciendo aquello. Quizá echara de menos una cara conocida o quiza...

- No das lástima.- Le dijo serio.- Y no quieres olvidarte de mí._ Respondió seguro.- Si no, ni te hubieras acercado y mucho menos me hubieras besado.

Lo miraba fijamente, enfadado por que no sabía como había llegado a aquel punto, cuando la historia se había complicado tanto.

- Mira Adis... sabes que soy así, siempre lo he dejado claro. Pero antes no te importaba, lo pasabamos bien. ¿No? Ahora llegas... despues de tanto tiempo y por una maldita vez te ofrezco venir conmigo, sin buscar ni si quiera sexo. ¿Qué más quieres que haga? ¡No se que hacer!

Se quedo mirando el suelo, los pies de Erik. Quería irse, empujarlo y salir corriendo de ahí. ¡Que conveniente!, el era terco pero Erik le superaba con su cinismo.

- Tu no sabes... -empezó a decir-... siempre me importo, pero tu eres tan... tan...

Se quedo callado, no sabía como definir lo que era él.

Era verdad que el siempre fue así, pero eso no era excusa. Siempre era Adis el lastimado, el que verdaderamente sentía algo, Erik solamente disfrutaba del sexo con él, pero no sentía nada. Y él no había podido evitar el sentir algo mucho mas que atracción por Erik.

- No quiero seguir montándote un espectáculo, como decís -Erik tenía razón, él no tenía derecho a reclamarle-, no pienso con claridad porque estoy borracho.

- Vayamos a tu casa... No recuerdo donde mierda vivo

Erik no pudo evitar sonreir ante aquel último comentario. En realidad, verlo enfadado en cierta parte era gracioso, el chico tenía mucho carácter cuando quería.

Le rodeó los hombros con un brazo mientras comenzaba a camianr.

- Pero... prométeme que no te enfadarás más conmigo por hoy.- Le susurró al oído. Cerró los ojos por un segundo, sin querer ni si quiera pararse a pensar en lo que le iba a decir.- Por que yo tambien te he echado de menos.

Seguramente a Erik le divertía mucho la situación, pero se le partía la cabeza, no quería pensar en que sádico podía ser ese hombre.
Estar así de pegado al cuerpo de él le hacía enrojecer porque sentía demasiada atracción, pero el llorar siempre lo hinchaba y ponía por demás colorado, se podía simular su estado.
Erik, o antes Said siempre le hizo sentir como si estuviera experimentando un amor de secundaria; un amor loco, perverso y enfermo.

-... prométeme que no te enfadarás más conmigo por hoy... Por que yo tambien te he echado de menos.

No dijo nada, pero asintió con la cabeza, la cual luego apoyo sobre Erik y cerró los ojos.

- Realmente puedo creerle que me haya extrañado? -pensó, y le dijo a su compañero- ¿Sabes? Me cuesta creerte, pero no quiero causarte mas problemas... -lo miro a los ojos y sonrió tontamente- así qué haré como que te creo.

Estiro su cuello y le dio un beso en la mejilla como agradecimiento.

Erik le sonrió y acarició sus cabellos.

- Más vale que me creas... por que no pienso volver a repetirlo.- Señaló con expresión tranquila aunque por dentro se hayaba hecho una madeja de nervios. ¿por qué había tenido que decir aquello?

- Anda vamos... estoy agotado.- Dijo con un suspiro comenzando a caminar sin soltar al chico.

- No he parado en todo el día y tienes muchas cosas que contarme.- le dijo casi sorprendiendose a sí mismo. De echo jamás se interesaba por la vida de nadie pero por una vez sentía curiosidad por saber lo que había hecho Adis en su ausencia.

- No puedo creerlo... Tu? Agotado? -se rió a carcajada, con sinceridad, caminando pegado a él- Ahora me dirás que por eso no tienes la misma potencia y recurres a la pastillita... -ese ultimo comentario, era un golpe certero al orgullo de Erik, le divertía darle por ese lado.

Era extraño que el otro se interesara por lo que estuvo haciendo hasta ahora. Seguramente su vida a comparación con la de Erik no había sido para nada intensa, y encima que ahora era camarero en un club, seguramente no salia solo luego de cerrar el NightClub.

Se quedo en silencio por un momento.

- Espero que tu también me cuentes... Mi vida a ido sin sobresaltos -y irremediablemente eso le hizo pensad-: Sólo Erik ha sido un sobresalto en mi vida.

Ante el comentario de la pastillita Erik no pudo hacer otra cosa que dirigirle una mriada asesina.

- Créeme que no la necesito... estoy igual o mejor que antes, he tenido tiempo de aprender trucos nuevos.- Añadió con una sonrisa pícara.

- Espero que tu también me cuentes... Mi vida a ido sin sobresaltos

- Vamos... ¿Tan aburrida ha sido que no has echo absolutamente nada? Yo en cambo he estado de aquí para allí... pero cuando conocíeste lugar supe que tenía que quedarme a vivir aquí. Es el paraíso.

Lo miro de reojo, pero claramente sentía como lo miraba enfadado por el comentario, seguía siendo un egolatra empedernido. Sonrio divertido.

- Hmmm ... cuando hay cansancio y estrés, el amiguito a veces no funciona... -comento melodiosamente.

Esa pregunta lo hizo pensar bastante, lo cual dolía -el dolor de cabeza estaba ahí latente- pero no se esforzó en meditarlo, pues la verdad no había mucho que fuera a interesarle a Erik. Adis se consideraba en parte una persona con una vida aburrida, salvo por Erik.

- Te parece el paraíso solo por la variedad de carne que hay, pero me pregunto si realmente lo vez como el paraíso... sino tuvieras todos esos muñequitos andantes -soltó como respuesta, pero era una reflexión declarada para él mismo.- No se que te podría llamar la atención Erik...

La verdad que había hecho mucho, pero cosas que al tiepo le dejaron de interesar, metas inconclusas.

No tardaron en salir de allí al fin y dejar atras la música las luces y demás. Erik iba con la mirada alta, omo siempre, con aquellos andares seguros suyos y uno de sus brazos sobre los hombros de Adis.

- Sólo hay cansancio por que hoy me tocó doblar turno.- Respondió tranquilamente.

Escucho lo que dijo a continuación y se quedo en silencio unos instantes.

- Supongo que tienes razón- Dijo al fín.- Hay muchos chicos preciosos dispuestos a todo, y sinceramente, eso me encanta.- Murmuró.

- No se que te podría llamar la atención Erik...

- Tú llamaste mi atención ¿No? Si te preguntó no es por cumplir, creo que la etapa del fingir interés para gustarte ya quedó atras... nos conocemos de sobra. Realmente te pregunté por curiosidad.

- Es que no eres de mantener interés en alguien por mucho tiempo -le respondió, pues era lo que realmente pensaba, el interés de Erik desaparecía en cuanto se revolcaba con alguien en la cama.

- Igual -prosiguió-, me siento halagado de ser alguien diferente, de algún, modo para ti -su nariz rozo el cuello de Erik- Oye...

Se detuvo en seco y se paro frente a Erik, el cual era mas alto, el rojo de sus mejillas permanecía: él seguía siendo un hombre guapo, aun habiendo cambiado. Se estiro un poco y le beso dulcemente los labios.
Se separo y le sonrió. Siguió caminando por su cuenta, sin saber siquiera el camino a la casa de Erik.

Se volteo a mirarlo, sin parar de caminar:

-Tendrás que prepararme un café bien cargado en cuanto lleguemos

- Sí claro...- Respondió el otro.- Yo te dejo la cafetera, pero no pienso hacer de ama de casa de nadie.- Respondió con una pícara sonrisa.

Observó caminar a Adis unos instantes, mirándolo de reojo en silencio. Quizás estuviera tratando de descifrar qué tenía él que lo hacía caer una y otra vez en sus labios, que aun incluso despues de tanto tiempo, no hubiera sido capaz de olvidar aquellos ojos.

Suspiró casi enfadado por pensar aquello. No podía olvidar a Adis por que el sexo era bueno y punto. No se admitía más.